La magia de saber preguntar

 

¿Cansad@ de buscar sin éxito el secreto de una pregunta poderosa?

En este artículo te comparto una interesante estrategia para que tus preguntas sean disparadores de nuevas realidades y genuina transformación en tu vida y en la de las personas que te rodean.

¿Por qué me pasa esto a mí?

¿Por qué siempre me sale todo mal?

¿Qué está mal conmigo?

¿Y sí ya es demasiado tarde?

¿Por qué el universo está en mi contra?

Son algunas de las preguntas que suelen aflorar en momentos de intensa angustia o conflicto.

Cuando algo que calificamos como malo, doloroso o desafiante sucede en nuestras vidas, casi inevitablemente (a excepción de aquellos seres con estados de consciencia profundamente elevados) aparece en nuestra cabeza una o miles de preguntas que no son precisamente constructivas.

En esos primeros segundos donde nos vemos acorralados por la angustia, las preguntas que nos habitan en general se encuentran orientadas a dar cuenta de la inconformidad que sentimos con respecto a lo que sucede.

Sentimos que las cosas no están saliendo como queríamos, reclamamos, culpamos, nos culpamos y nuestro horizonte se vuelve angosto.

Y mientras más preguntas de este tipo aparecen más pequeñ@s y limitad@s nos sentimos.

Es así que la importancia de encontrar el camino para hacernos preguntas poderosas y generadoras de posibilidad se vuelve un deber.

Si eres coach ya habrás escuchado muchas veces hablar de las preguntas poderosas y sin duda alguna te habrás encontrado con una infinidad de listados llenos de este tipo de preguntas “aplicables para toda ocasión” en muchos lugares.

Por otro lado, si no eres coach, es posible que te estés preguntando:

¿Qué es una pregunta poderosa?

Una pregunta poderosa no es más que aquella que te permite indagar en la posibilidad, encontrar alternativas, generar pensamientos, sensaciones y acciones constructivas en tu vida y en la situación que estás atravesando.

Sin duda alguna, a la hora de hablar de la práctica de coaching podemos decir que cuentas con algunos elementos técnicos que ayudarán a mejorar la calidad de dichas preguntas para que le permitan a tu interlocutor elaborar una respuesta que le lleve a encaminarse en la ruta que se ha trazado.

Por ejemplo, puedo decirte que toda pregunta poderosa debe ser corta, clara y precisa.

O que definitivamente lo mejor es utilizar pronombres interrogativos como qué, cómo, quién o para qué.

Qué indiscutiblemente te funcionará mucho mejor una pregunta abierta que cerrada y que tener claro el para qué haces esa pregunta y desde dónde la haces sin duda alguna también tiene relevancia.

Sin embargo, estoy segura de que podrás encontrar esas y muchas más direcciones válidas e interesantísimas en otros textos y artículos relacionados.

Es por eso, que hoy te invito a sumergirte en la experiencia de las preguntas poderosas desde otro lugar.

Te invito a empezar por casa, a que esas preguntas poderosas te las hagas a ti mism@ y que empieces a convertir la práctica de preguntar poderosamente en una experiencia cotidiana que sin duda cambiará tu vida.

Y si además estás al servicio de otras personas, seguramente impactarás su vida desde otro lugar.

Para abordar esta experiencia quiero compartirte un ejercicio propuesto por Marilee Adams, Ph.D. en su libro: “change your questions change your life” (Cambia tus preguntas, cambia tu vida), adornado con algunas pinceladas personales.

¡Vamos a la acción!

Poniendo a trabajar el poder de las preguntas

Este ejercicio tiene dos partes. La primera tiene que ver con volvernos más efectiv@s y constructiv@s a la hora de hacernos preguntas internas y la segunda con la calidad de las preguntas que hacemos en nuestra relación con el otro.

PRIMERA PARTE. Preguntándome a mí mism@

El propósito de esta parte es que pongas la atención en las preguntas que te haces y que además puedas elevar la calidad y cantidad de esas preguntas.

Marilee propone que todas las acciones de nuestra vida, nuestros comportamientos, son respuestas a las preguntas que nos hacemos internamente.

Incluso la forma en que realizamos una actividad cotidiana como vestirnos se basa en las preguntas que nos hacemos.

¿Qué me voy a poner hoy? ¿Qué color de calcetines combina con este pantalón? O cualquier otra pregunta relacionada con el estilo, el gusto, con lo que está o no está limpio. Preguntas y más preguntas.

Toma en cuenta que las respuestas a estas preguntas representan las decisiones que hacemos a diario.

En este contexto, la primera práctica consiste en lo siguiente:

Al levantarte cada mañana investiga un poco. Ten a mano una libreta donde apuntar las preguntas que te haces mientras ejecutas tus rutinas matutinas.

Luego, de vez en cuando a lo largo del día, detente un momento e indaga qué preguntas están impulsando tus acciones y decisiones.

Es posible que necesites un poco de paciencia para reconocer estas preguntas generadoras de comportamientos.

Por favor, no te desanimes. Sigue con ello hasta que seas capaz de reconocer el papel que juegan las preguntas que te haces en tu vida.

Y como segunda práctica observa cómo respondes a las situaciones que surgen a lo largo del día.

¿Tu primer pensamiento es una afirmación?

¿Es tal vez una opinión o una suposición?

O, ¿es tu primer pensamiento una pregunta?

Si tu primer pensamiento es una afirmación de cualquier tipo incluyendo suposiciones u opiniones, prueba a convertirlo en una pregunta y nota si eso cambia tu estado de ánimo, acciones, interacciones o resultados.

Date la oportunidad de empezar a distinguir qué tipo de preguntas producen uno u otro tipo de efectos.

¿Qué tipo de preguntas te abren a la creatividad?

¿Qué tipo de preguntas te muestran posibilidades?

¿Qué tipo de preguntas te hacen sentir desanimad@ y sin opciones?

SEGUNDA PARTE. Preguntando a otras personas.

El objetivo de la segunda parte es que te vuelvas más consciente de las preguntas que haces; y que te des la oportunidad de mejorar la calidad de dichas preguntas.

Para embarcarte en este viaje debes tener en cuenta que esa pregunta que le hacemos a otra persona es muy posible que parta de las preguntas que nos hacemos a nosotr@s mism@s.

También es importante que tengas presente que las razones por las que preguntamos son variadas; entre ellas se encuentran: obtener información; crear entendimiento y aprendizaje; construir, mejorar y mantener relaciones; clarificar y confirmar nuestra escucha; resolver conflictos; abrir espacios de posibilidad, entre otras.

Con ello en mente, ¡vamos a la práctica!

Recuerda un momento en el que te encontraste con una pregunta que marcó una diferencia positiva en tu vida.

Puede ser una pregunta que le hiciste a alguien más o una que alguien te hizo a ti, sin importar el ámbito o la situación en particular.

¿Cuál fue la pregunta?

¿Cuál fue el resultado?

¿Cuál fue esa característica de la pregunta que marcó la diferencia?

¿Lo tienes?

¡Genial! Procura acumular tantas preguntas de este tipo como te sea posible y escríbelas en tu libreta.

Ahora que las tienes y con la intención de lograr responder a la pregunta:

¿Cuál es la relación porcentual entre las preguntas y las declaraciones y afirmaciones que hago durante una conversación?

Mantente alerta a lo largo de tu día y lleva una puntuación mental de lo que sucede.

Practica hacer más preguntas de las que haces normalmente y ocúpate de que estas preguntas tengan esas características generativas y constructivas que descubriste al indagar en tu experiencia.

Recuerda que las preguntas son poder y que “un gran poder conlleva una gran responsabilidad” (cortesía de Stan Lee).

Espero que esta práctica te permita incorporar esas preguntas poderosas, acertadas y generativas que necesitas en tu viaje y que inevitablemente expandirán tu horizonte y el de aquellos a los que acompañas. 

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