Para un descanso mental, mejor evitar el celular


Septiembre 09, 2019  

En la actualidad las nuevas tecnologías son tomadas como sinónimo de descanso y por ello las usamos como un modo de distendernos y recobrar fuerzas tras las obligaciones cotidianas. Esta tendencia llevó a un grupo de investigadores de la escuela de administración y negocios globales del Rutgers Business School a preguntarse si realmente el uso del celular no permite recuperarse de las exigencias.

Para responder este interrogante, a un grupo de voluntarios, conformado por 414 estudiantes universitarios, se les pidió que resolvieran un conjunto de rompecabezas de palabras. En la mitad de la tarea, varios de los participantes podrían tomar un descanso. Durante ese receso debían seleccionar tres artículos para comprar de una lista. De modo aleatorio se decidió que algunos podrían utilizar sus teléfonos; otros, publicidad en papel; otros, una computadora y a un grupo directamente no se lo dejó descansar.
Los científicos observaron que quienes habían usado sus celulares eran los que presentaban niveles más altos de agotamiento mental y mayor dificultad para resolver acertijos al regresar a las tareas asignadas. Si bien su desempeño se notaba ligeramente mejor que el de los voluntarios que no habían descansado, era claramente menor que el del resto.
Para Terri Kurtzberg, una de las investigadoras, esto podría deberse a que el teléfono nos lleva por distintos escenarios (ver mensajes, conectarnos con otras personas, acceder a información, conocer qué sucede con ídolos, buscar música, etc.) lo que nos exige esfuerzo para bucear por muchas de las diferentes posibilidades que se abren. Como nuestros cerebros no están diseñados para una atención constante y sostenida, se genera el cansancio.
Resulta interesante conocer esta investigación debido a que se ha vuelto común tomar nuestro celular ni bien contamos con un rato libre. Pero es importante saber el costo asociado a su uso debido a que creemos que es igual a cualquier otro receso. Sin embargo, el teléfono nos lleva a niveles crecientes de distracción y a una mayor exigencia cognitiva que hace que sea difícil devolver la atención a las tareas laborales.
Existen otros estudios que permiten descubrir cuan elevada es actualmente la relación que tenemos con nuestros móviles. Estos nos muestran la necesidad que se despierta en nosotros de estar en cada ocasión que nos resulta posible mirándolos y cómo ello puede afectar nuestras emociones, descanso y vida de relación.
Entre estas investigaciones se encuentra la de José De-Sola Gutiérrez, de la Universidad Complutense de Madrid, y la de Deborah Forgays, de la Western Washington University. Otro investigador, James Roberts, de la Universidad de Baylor, recomienda tomar consciencia de cuánto usamos los móviles a partir de aplicaciones que al final del día nos muestren el empleo general y el tiempo que le dedicamos a las distintas aplicaciones. Un modo más “casero” de tomar conciencia de esto podría ser anotar cada vez que lo utilizamos.
Nuestros cerebros necesitan reponerse del esfuerzo cognitivo y una forma de ayudar a proteger nuestros recursos para que no se agoten es tomar descansos de las tareas que requieren atención enfocada, tal y como presentan los estudios del Department of Management, Hankamer School of Business, Baylor University. Los descansos ofrecen una buena oportunidad para recuperar el poder cognitivo y optimizar el rendimiento en las tareas. Sin embargo, también debemos tener presente que el uso de los celulares parece no ser una buena opción. Por el contrario, levantarnos de nuestro asiento, caminar, estirarnos, conversar con un compañero, mirar verde (el paisaje), sí son actividades que nos permiten reponernos.
Si bien la tecnología llegó para instalarse en nuestras vidas, es importante que seamos quienes podamos regular su uso. De esta manera, nuestro universo de relaciones no se verá opacado por su empleo y, como muestra la investigación del Rutgers Business School, no nos quitará el valor del verdadero descanso, tan necesario para distendernos y volver a nuestras tareas realmente restablecidos.

Bibliografía:
  • Kang, S., & Kurtzberg, T. R. (2019). Reach for your cell phone at your own risk: The cognitive costs of media choice for breaks. Journal of Behavioral Addictions, 1-9. doi: 10.1556/2006.8.2019.21
  • Roberts, J. A., Yaya, L. H. P., & Manolis, C. (2014). The invisible addiction: Cell-phone activities and addiction among male and female college students. Journal of Behavioral Addictions, 3(4), 254–265. doi: 10.1556/JBA.3.2014.015
  • De-Sola Gutiérrez,  J., Rodríguez de Fonseca, F., & Rubio, G. (2016). Cell-phone addiction: A review. Frontiers in Psychiatry, 7, 175–190. doi: 10.3389/fpsyt.2016.00175
  • Forgays, D., Hymna, I. E., & Schreiber, J. (2014). Texting everywhere for everything: Gender and age differences in cell phone etiquette and use. Computers in Human Behavior, 31, 314–321. doi: 10.1016/j.chb.2013.10.053
  • Zijlema, W. L., Avila-Palencia, I., Triguero-Mas, M., Gidlow, C., Maas, J., Kruize, H., Andrusaityte, S., Grazuleviciene, R., & Nieuwenhuijsen, M. J. (2018). Active commuting through natural environments is associated with better mental health: Results from the PHENOTYPE project. Environ Int, 121(Pt 1), 721-727. doi: 10.1016/j.envint.2018.10.002
  • Hunter, E., & Wu, C. (2016). Give me a better break: Choosing workday break activities to maximize resource recovery. Journal of Applied Psychology, 101(2), 302–311. doi: 10.1037/apl0000045

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